Que a estas alturas de la temporada, el actual Campeón del Mundo de Fórmula 1 y defensor del título, Sebastian Vettel, haya firmado su tercer podio y, lo que es aun más sorprendente, su mejor puesto en una carrera con la segunda posición en el Gran Premio de Singapur es, cuanto menos (…) [ponga aquí el adjetivo que se le ocurra].
Pero tras un viernes en el que problemas con su propulsor le impidieron prácticamente dar vueltas en la segunda sesión de entrenamientos libres, que es cuando se ve el rendimiento real de las ruedas, y teniendo que condensar todo el trabajo el sábado por la mañana rubricaba con un cuarto en clasificación y una segunda posición en ambos casos (ahora sí) por delante de su compañero Daniel Ricciardo.
Saliendo por la parte sucia (aunque menos sucia después del chaparrón que caía ayer de noche) y sin Nico Rosberg delante no hizo una arrancada para quitarse el sombrero. Es más, Ricciardo que salía dos posiciones detrás se le ponía paralelo y Fernando Alonso lo pasaba aunque debía devolverle la posición por irse fuera de la trazada.
A partir de ahí conservó diferencias y fue el primero en cambiar ruedas, obligando a Alonso a proteger la posición. El segundo cambio a duras fue la estrategia menos arriesgada y, gracias al Safety Car le salió bien.
Pero con las ruedas más gastadas de entre los tres (Vettel, Ricciardo y Alonso) supo hacer el Red Bull muy ancho y beneficiarse de un trazado en el que es difícil adelantar a no ser que lleves un Mercedes. Como anécdota, dio su primera vuelta de la temporada en primera posición.
Ni mucho menos es un punto de inflexión pero el segundo puesto junto con el tercero de Daniel Ricciardo seguro que es una pequeña inyección de moral para las pocas carreras que quedan, tanto desde el punto de vista del piloto como del equipo.
Lo peor, que Mercedes sigue en otro mundo.
En Motorpasión F1 | GP Singapur
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