Uno de los escenarios probablemente más bonitos e impresionantes del calendario actual de la Fórmula 1, el trazado urbano de Singapur, nos regaló una carrera brillante en la que Lewis Hamilton se sobrepuso a un incómodo Safety Car en la vuelta 31 de carrera, que bien podría haberle aguado la fiesta de convertirse en el nuevo líder del Mundial.
Todo parecía ponerse de cara para Lewis Hamilton desde la misma parrilla de salida, en la que Nico Rosberg empezó a experimentar los problemas que le harían abandonar la carrera en su primer pit-stop. De todos modos, aunque no hubiera abandonado, y a causa de esos problemas, Rosberg no tenía ritmo ni para llegar a los puntos, por lo que le vendrá bien ahorrar esos kilómetros a su mecánica, pues los va a necesitar para poder hacer frente a un Hamilton que va lanzado hacia el título.
Demostración de Lewis Hamilton
Esta es una de esas carreras que ponen a los verdaderos campeones en el lugar que merecen. No entrar a boxes al salir ese Safety Car condenaba a Lewis Hamilton a tener que remontar cerca de 30 segundos a sus perseguidores para compensar esa decisión del equipo, que sí la tomó, pero avisó tarde a su piloto. Y cada vuelta del Safety Car en pista, sería una vuelta menos que tendría para lograrlo.
Lejos de venirse abajo, y ajeno a las alertas de su propio muro por radio, explicándole que todos los pilotos que llevaba detrás no volverían a parar, Hamilton se mostró absolutamente convencido de que eso no iba a ser su problema. Él sabía que si pilotaba su Mercedes como él sabe, podía ganar esa carrera que tan cuesta arriba se le había puesto. Y tendría que hacerlo en 22 vueltas, las que dejó el Safety Car hasta final de carrera.
Antes que el Safety Car abandonara la pista, reconozco que no tenía nada claro que Hamilton pudiera lograrlo. O por lo menos, no pensaba que fuera a hacerlo con la solvencia que lo hizo. ¿Por qué? No porque desconfíe en las cualidades de Lewis, ni mucho menos, sino precisamente porque el sábado habíamos visto una igualdad en este trazado que invitaba a pensar que no podría ser tan superior al resto como de costumbre para enjuagar esos 30 segundos.
Sin embargo, también reconozco que me bastaron 5 vueltas desde que se fuera el Safety Car para saber que Lewis Hamilton lo iba a hacer. Que se iba a llevar esta carrera. ¿Por qué? Porque Lewis se marcó un stint memorable con los superblandos que montaba su Mercedes desde hacía 12 vueltas. Como si nada. Como si le fuera el título en esta carrera (¿le iba?).
Tres segundos, dos segundos y medio… La sangría que le estaba metiendo al resto era monumental. Si ese era el nivel del dúo Hamilton-Mercedes, nada se podría interponer entre ellos y la victoria, pues además, el resto de pilotos sufrirían un final de carrera con las gomas muy tocadas, y el británico podría disfrutar del juego de blandos nuevo que le faltaba por usar. En el fondo, daba igual donde hubiera salido Hamilton tras su pitstop, que hubiera adelantado a todos sin demasiados problemas.
Fernando Alonso y la estrategia de Ferrari
El que también debió oler la victoria más cerca que nunca esta temporada (junto con Hungría), fue Fernando Alonso. En el momento que apareció el Safety Car, estaba luchando la segunda posición del pódium con los Red Bull. Con Vettel se había jugado un undercut para montar las superblandas y pasarlo en pista, cosa que le haría defender esa posición en el último stint con las blandas. En Red Bull, contrarrestaron este ataque estratégico, dada la posición por perdida en pista en esa parada, montando las blandas a Vettel en ese stint, con la intención de fraguar el ataque a Alonso en pista montando las superblandas en el último stint. Cuando salió el Safety Car, creo que ni mucho menos estaba ganada esa posición a Vettel.
En el caso de Daniel Ricciardo, me atrevería a decir que su estrategia ya era originalmente a 2 paradas, por lo que el Safety Car lo único que le brindó es la posibilidad de estar más cerca de los de delante, sin perjudicarle para nada, además facilitándole alargar ese stint con las blandas hasta el final. Si iba a 2 paradas, tampoco Alonso tenía todavía la posición ganada con él, por lo que se puede concluir que el Safety Car no quitó nada a Alonso que ya tuviera claramente ganado, aunque es cierto que perjudicó seriamente su estrategia frente a los dos Red Bull.
Sin embargo, la respuesta de Ferrari ante esa situación fue magistral (esta vez sí), y metió a Alonso en boxes para montar el juego de blandos con el que iría hasta el final. Ferrari sabía que los Red Bull no pararían, pues montar otros superblandos hasta el final era imposible, y cambiar unos blandos que habían puesto hacía unas vueltas era absurdo. De este modo, Ferrari le aseguraba a Alonso una ventaja de gomas respecto a los dos Red Bull que podía ser clave en un stint presumiblemente largo. Y si Hamilton no lograba enjuagar esos 30 segundos que necesitaba…pues la victoria estaba ahí. Más cerquita que nunca.
Al final, Hamilton hizo lo que hizo, y la ventaja de gomas no fue suficiente para permitir a Alonso adelantar a los Red Bull, pero creo que es de aplaudir la estrategia adoptada por Ferrari en Singapur, pues ante una posibilidad de victoria, había que jugarse las cartas que más pudieran acercar a Alonso a ella, y creo que esas fueron exactamente las que se jugaron.
Me gustaría destacar el final de carrera de dos pilotos que decidieron reservarnos un último stint de superblandas aprovechando que el resto de pilotos iba la mayoría con muchos problemas para alargar las gomas de un stint larguísimo. Estoy hablando de Jean-Eric Vergne y Sergio Pérez. Los dos firmaron una remontada final muy similar, con adelantamientos preciosos siempre complicados en Singapur, pese a la diferencia de gomas. Sus stints pueden darnos una muestra de lo que podría haber sido el último stint de Vettel con superblandos.
Tras una carrera muy bonita a nivel de estrategias, y con un Lewis Hamilton que cada vez tiene más cara de campeón, nos leemos después de Suzuka por aquí, o durante la espera en mi twitter (@smarcusf1).
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