El circuito de Montecarlo siempre ha tenido un misticismo especial. Desde los años 30, en los que era parte del campeonato europeo, hasta nuestros días, ganar allí siempre es algo especial. Para todos los pilotos, una victoria en Mónaco es equivalente a entrar en la historia de la categoría reina. Pero si hay algo mejor que ganar en Mónaco es estrenarse allí. Esto es exactamente lo que hizo Jack Brabham, obteniendo su primer triunfo en Mónaco en 1959.
El recientemente desaparecido Jack Brabham llegaba a Mónaco, primera carrera de la temporada 1959, sin ningún tipo de presión mediática. Pilotaba para el equipo oficial de Cooper, que no había ganado una carrera en su historia, aunque sus coches sí habían probado las mieles del triunfo gracias al equipo de Rob Walker (que también daría en el futuro la primera victoria de un Lotus en Fórmula 1). Brabham era además un piloto que había llegado a la Fórmula 1 relativamente tarde y aún no había destacado.
Quizás por todo esto, lo lógico era pensar que el equipo favorito para ganar fuera Ferrari. Después del título de 1958 con Mike Hawthorn y la súbida retirada de Vanwall, se esperaba que la batalla fuera entre Stirling Moss con su más afinado Cooper y la escuadra de Ferrari al completo, liderada por el ex-piloto de Vanwall, Tony Brooks. A su lado estarían el siempre popular Jean Behra, un prometedor Phil Hill y Cliff Allison. Los entrenamientos clasificatorios confirmaban lo que todos esperaban con una pole de Moss con los Ferrari cerca… y Jack Brabham tercero.
El australiano se mezclaba con los Moss, Behra, Brooks, Trintignant, … y dejaba claro que a los mandos del Cooper-Climax con motor posterior, no tenía nada que envidiarle a nadie. Pero en el momento de la salida, no era ninguno de los Cooper, los que tomaban el liderato. Este honor y posición ventajosa correspondían a Jean Behra. Motivado por su primera aparición en un gran premio con un Ferrari, el francés partía con fiereza y se lanzaba en pos de una primera victoria que aún no había llegado.
Tampoco ese día llegaría ya que tras 21 vueltas su motor empezó a fallar y fue adelantado por el veterano y favorito para la carrera, Stirling Moss. Apenas tres vueltas después el motor del Ferrari Dino 246 dijo basta. Esto dejaba a Moss con una ventaja relativamente segura sobre Jack Brabham. Habría sido un doblete para Cooper, a pesar de pertenecer sus coches a dos equipos distintos, pero tras liderar 60 vueltas, a tan solo 19 del final, la transmisión del Cooper-Climax del británico le dejó fuera de carrera.
Por lo tanto, a menos de veinte vueltas para el final Jack Brabham había heredado una victoria (si es que conseguía llegar a la línea de meta) gracias a un pilotaje rápido pero seguro, sin excesos, sin pasarse y sobre todo sin castigar demasiado a su coche. Por detrás, quedaban cinco coches en carrera tras una buena cantidad de abandonos durante la misma. Aunque también es cierto que en Mónaco salieron tan solo los 16 pilotos más rápidos de los 24 inscritos por motivos de seguridad.
Jack Brabham no falló en esas últimas vueltas y cruzó la línea de meta tras un centenar de giros en el circuito del principado veinte segundos por delante del segundo clasificado. Tony Brooks con el Ferrari era el único piloto en terminar en la misma vuelta que Brabham, mientras que el tercer clasificado fue Maurice Trintignant a dos vueltas con el otro Cooper de Rob Walker, el mismo equipo de Moss. Por detrás, Phil Hill con otro Ferrari a tres vueltas y Bruce McLaren con otro Cooper del equipo oficial a cuatro fueron los pilotos que completaron la zona de puntos.
En última posición y a 17 vueltas tras sufrir problemas técnicos en un determinado punto de la carrera, Roy Salvadori se llevaba el «premio» al tesón, terminando una carrera en la que no podía optar a nada. Aunque por otra parte, estando a una posición de los puntos era lógico que siguiera por si había algún abandono. Al final, la victoria de Brabham suponía su estrena en el mundial pero también la de Australia, además del propio equipo oficial de Cooper, que poco a poco se acercaba al momento en el marcarían el desarrollo del futuro de la Fórmula 1.
Tras la espléndida pero sorprendente victoria de Jack Brabham, las dos siguientes carreras del mundial se disputarían con un solo día de diferencia, siendo las 500 millas de Indianápolis y el Gran Premio de los Países Bajos el mismo fin de semana. En Zandvoort, Brabham seguiría sumando puntos mentras que Ferrari se hundiría y así el camino del australiano hacia un título histórico continuaría. Pero esto, como suele decirse, es otra historia.
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