Chicos, este es Mika Salo, nuevo piloto de Ferrari.
– Aplausos-
El poder de las palabras es subestimado muy a menudo. Las mismas palabras pueden tener un efecto muy distinto dependiendo del momento y la forma en la que se pronuncien. Para Mika Salo, esta frase pronunciada por Jean Todt frente a todo el equipo Ferrari fue en cierta forma el primero de los dos puntos álgidos de 1999. La llamada había llegado sorprendentemente pronto y por sorpresa después del accidente de Michael Schumacher en el Gran Premio de Gran Bretaña.
El piloto alemán no podría pilotar durante varios meses y en Ferrari querían que fuera él, quien lo hiciera. Mika Salo no podía creer lo que oía y al principio pensó que podía tratarse de una broma. Pronto viajaba a Maranello y tras reunirse con Jean Todt, se firmó el contrato y todo estaba listo. Todo, excepto un pequeño detalle. Todt le dijo a su nuevo piloto que tenía que llevarle a un lugar antes de terminar el día y se dirigieron hacia el «race bay» donde se ponen a punto los coches.
Jean Todt llamó a todos los mecánicos de Ferrari que estaban trabajando en los monoplazas que se mandarían al Gran Premio de Austria, siguiente carrera del campeonato y les presentó a Mika Salo, el nuevo piloto de Ferrari. La enorme sala estalló en sonoros aplausos y el finlandés sintió así la pasión y el calor que transmitían aquellos que vivían por la rossa. Era un momento especial, aunque más adelante llegarían más.
La elección de Mika Salo para pilotar en lugar del lesionado Michael Schumacher tenía su origen en el hecho que el finlandés había competido en tres grandes premios en 1999 reemplazando al también lesionado Ricardo Zonta en BAR, además de haber estado en la Fórmula 1 a tiempo completo hasta 1998. La otra opción era Luca Badoer, que conocía el equipo pero llevaba más tiempo sin tomar parte en una carrera antes de volver a competir en 1999 con Minardi.
Así pues, Salo se plantaba en el A1-Ring como nuevo piloto de Ferrari y con una gran responsabilidad sobre sus espaldas. Aunque el circuito de Fiorano se encontraba a su disposición, el tiempo para prepararse para un desafío de este calibre era limitado. La primera carrera de rojo fue difícil y terminó fuera de los puntos. La segunda, en Hockenheim, sería muy distinta. El fin de semana ya empezaba bien con un Mika Salo capaz de superar a Eddie Irvine en la sesión clasificatoria.
En carrera, el ritmo del recién llegado fue siempre superior al de su compañero de equipo. Pero tras heredar el liderato después de una mala parada a boxes de Mika Häkkinen, la temida orden llegaba desde la radio. Seguramente llegó a dudar. Una victoria en un gran premio de Fórmula 1 es algo demasiado dulce para no hacerlo. Aún así, las palabras de Todt debieron resonar en su mente en ese momento. Ferrari había confiado en él; era le momento de devolver esa confianza. Era el segundo momento álgido de 1999.
Salo dejaba pasar a Irvine y más tarde pedía por radio que su compañero aumentara su ritmo para evitar ser alcanzados por el tercer clasificado, Heinz-Harald Frentzen. Salo tenía ritmo para ganar pero siguió las órdenes tal y como se esperaba de él. Esto le valió el trofeo del gran premio, regalo por parte de Irvine, y un Ferrari de calle, premio por «buena conducta». Y el honor de haber hecho lo correcto… aunque fuera sin victoria. Más tarde volvería a subirse al podio en Monza, pero con la vuelta de Schumacher se terminó su tiempo en Maranello.
Aún así, Jean Todt hizo todo lo necesario para asegurarse de que Salo conseguía un volante en Sauber (que en su día tenía una estrecha relación con Ferrari) para la temporada 2000. Desde entonces, Salo ha pilotado para la marca italiana a menudo en resistencia y afirma que ha mantenido una gran relación con ella gracias a los días que pasó en el equipo en 1999. Un verano mágico que marcó su carrera deportiva, para bien o para mal.
Otros no hubieran hecho lo mismo que hizo «el otro Mika», dejando de lado la posibilidad única de imponerse en una carrera de Fórmula 1 y sobre todo, de hacerlo con Ferrari. Pero esa pasión, ese calor de los mecánicos de Ferrari, ese honor de pilotar cargando con todas sus esperanzas es algo que solo puede comprender quien se sube a un coche con el Cavallino Rampante. Solo quien se encontrara en su misma situación podría entenderlo.
Mika Salo, el piloto que se había quedado fuera de Arrows a menos de una semana para empezar el mundial de 1999, casi había ganado un gran premio con Ferrari. Quizás el final de cuento de hadas habría sido ganarlo. Pero en cierta forma el resultado fue casi mejor. Dicen que la historia solo se acuerda de los vencedores pero en ocasiones no es así. A veces, quien pudo ser ganador y no lo hizo por el bien de su benefactor también es recordado. Y a veces, este hombre que es recordado es Mika Salo, piloto de Ferrari.
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