Sid WatkinsEl Profesor Sid Watkins, Delegado Médico desde hace muchos años de la F1. Como neurocirujano de renombre, el inglés jugó un papel vital en el aumento de la seguridad de los deportes de motor salvando las vidas de muchos pilotos.

Watkins comenzó su carrera en el automovilismo en la década de los 60, cuando Bernie Ecclestone le ofreció el trabajo. Jugó un papel decisivo en la recuperación de los pilotos después de los accidentes, tales como los de Didier Pironi en 1982 y Mika Häkkinen en 1995. Nacido en Liverpool, Watkins era un amigo cercano de Ayrton Senna, cuya vida trató de salvar cuando el brasileño había sufrido heridas mortales en Imola en 1994.

Watkins anunció su retirada definitiva en enero de 2005 y fue reemplazado por el veterano diputado y actual director médico de la FIA Gary Hartstein. Recibió el Premio Mario Andretti a la Excelencia Médica en 1996 y la Orden del Imperio Británico (OBE) en 2002. Se mantuvo como Presidente del Instituto FIA hasta el 8 de diciembre de 2011, cuando decidió renunciar.

Originario de Liverpool, Sid Watkins era un renombrado neurocirujano que sirvió a la Fórmula 1 como médico delegado desde 1978 hasta el 2004, mientras trabajaba también como doctor en el Royal London Hospital (Whitechapel Hospital) de Londres.

Junto a Bernie Ecclestone, ‘el Profesor’ revolucionó la seguridad de la F1. Realizó cambios en esta materia a pesar de encontrarse con las barreras de los propios dueños de los circuitos durante la década de 1970 para intentar frenar la mortalidad de los pilotos.

Watkins fue nombrado presidente del Comité de Seguridad de la FIA, creado en 1994 tras la muerte del Roland Ratzenberger y de Ayrton Senna, y después el grave accidente que sufrió Rubens Barrichello. Era siempre el primero en atender a los pilotos.

Como se ve en el documental sobre la vida de Senna, Watkins intentó convencer al brasileño de que se retirase tras el accidente de Ratzenberger, 24 horas antes de su muerte. «¿Qué más quieres? Has ganado tres veces el campeonato y eres actualmente el piloto más rápido. Vámonos a pescar», le dijo, aunque Senna le contestó: «Sid, hay cosas sobre las que no tenemos control y no podemos dejar de hacerlas. Seguiré adelante».

Cuando Watkins empezó a mejorar la seguridad de los circuitos estadounidenses, el panorama eran una enfermera muy guapa, bocatas, botellas de cerveza y una barraca de madera sin apenas material. ¿Y los médicos? Sentados junto a las ambulancias con un fonendoscopio al cuello, lo que en sus palabras «sirve muy poco en un accidente de carrera». ¡Cómo han cambiado las cosas desde entonces! Sólo hay que pensar en un accidente como el de Kubica en 2007, donde un tobillo dañado fue un precio muy bajo que pagar: veinte años antes, probablemente hubiera sido una vida.

A finales de los años 70, Watkins trabajaba como neurocirujano en un hospital de Londres cuando Bernie Ecclestone le ofreció cuidar de los pilotos de su Gran Circo. Pronto, la barraca de madera dio paso a hospitales en las pistas y a un coche médico equipado con todo lo necesario para salvar una vida (e incluso con sus puros favoritos). Ecclestone se volcó tanto que no dejaba que empezase una carrera, ni siquiera unos entrenamientos libres, si faltaba el helicóptero de rescate. «Jugó un papel decisivo; sin él, nada habría funcionado».

Está el caso de Häkkinen y su gravísimo accidente en Adelaida, en 1995. Watkins le tuvo que practicar una traqueotomía a pie de pista y recuperarle de dos paros cardíacos. Y el finlandés no solo sobrevivió lo suficientemente recuperado como para regresar a la Fórmula 1, sino que ganó dos títulos. Aun hoy día, Watkins considera esta su experiencia más satisfactoria. «Soy un hombre completamente afortunado por haber tenido a Síd a mi lado, en el circuito y luego en el hospital. Nunca me alcanzará el tiempo para agradecerle lo que hizo por mi», fueron las palabras del piloto finlandés tiempo después.

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